7. La última noche


Nina entró en el apartamento con la inquietante sensación de que su madre pudiera descubrir sus planes de escapada, o sugerir cualquier cosa que le impidiese encontrarse con Nino al día siguiente, según lo acordado. Su madre estaba recostada en el sofá, junto a su jefe, que vestía simplemente con un traje de baño. Ella vestía una de sus ligeras batas de seda. Nina no tenía ganas de hablar, solo deseaba retirarse a su habitación y pensar sobre la escapada del día siguiente. Su madre volvió a notar el cambio de humor de su hija. Ahora parecía como si estuviera ausente, concentrada en sus pensamientos, lejos de allí.

—¿Nina, ha gustado tu nueva canción? ¡No pareces muy contenta!

—Mamá, esta noche no he cantado.

Nina se sentía violenta, y no podía borrar de su mente las imágenes, en las que participaba aquel hombre. Su sola presencia le repugnaba. No era desde luego un hombre atractivo. Tenía ya un incipiente abdomen. Apenas tenía vello y su piel era pálida y lechosa, en general era un hombre vulgar y, para ella, incluso repugnante. ¿Cómo podía su madre sentir una apasionada atracción física por él?

La madre supuso que su cambio de humor tendría que ver con el tiempo que estuvo esperando a que ellos terminasen de hacer el amor.

—No estarás enfadada conmigo por encontrarte con la toalla roja. Yo suponía que tu llegarías más tarde.

—Está bien, mamá, no estoy enfadada.

—¿No quieres contarnos cómo te va con Nano?

—No hay nada que contar de lo que tú te imaginas, ¡solo somos amigos, pero no amantes!

—Solo es una niña —interrumpió el jefe—, todavía no tiene edad para pensar en esas cosas.

Aquel inapropiado comentario la indignó. Era lo suficientemente mayor para condenar su comportamiento.

—¿Cuándo cree usted que las niñas piensan en esas cosas?

—Yo no lo sé, eso tu madre lo sabrá.

—¡Mi madre no sabe nada sobre niñas!

—Nina, ¿qué quieres decir con eso?

—Nada, mamá, era solo un comentario que me ha venido a la cabeza…

—Tú no apruebas mi relación con tu madre, ¿verdad, Nina? —le preguntó el jefe.

Después de su comportamiento de la noche anterior, Nina no podía responder a esa pregunta.

—Yo no soy quién para aprobarla o condenarla, ¡todavía soy una niña para entender de esas cosas!

—No te caigo bien, ¿verdad?

—A quien tiene que caerle bien es a mi madre, lo que piense yo no tiene importancia. Mi madre nunca me pide mi opinión.

Nina pensaba que aquella sería posiblemente la última vez que hablaría con su madre, porque estaba segura de que su escapada resultaría un éxito y nunca volvería con su repudiada madre.

Nina no deseaba seguir aquella conversación y salió a la terraza. Se recostó sobre una hamaca y se entregó a sus excitantes pensamientos de todo los que pensaba hacer cuando fuera libre y lejos de la negativa influencia de su madre.

¿Cómo reaccionaría cuando supiera que se había escapado? ¿Denunciaría su escapada a la policía para que fueran en su búsqueda? ¿Y qué le sucedería a Nano, le acusarían de algún delito por el que pudiera ser recluido en un reformatorio?

Debía escribir una nota, tratando de justificar su huida y que le dejara vivir su vida como ella deseaba. Tal vez debía mencionar las fotografía pornográficas del móvil, eso sería un buen argumento para que no denunciara su huida a la policía. Ningún juez le daría su custodia con ese comportamiento inmoral. Sí, eso sería una buena coartada para ponerse a salvo y proteger a Nino. No tendría más remedio que aceptar los hechos y permitirles vivir su vida. En cuanto a su carrera musical, ya sabía lo suficiente como para escribir sus canciones y Nano podría ayudarle a perfeccionar su estilo. Lo que ahora necesitaba es adquirir experiencia en la calle, o en los cafés, que ella había comprobado que era la mejor escuela.

Si quería escaparse tendría que renunciar a muchas cosas, porque, como le había pedido Nano, solo podría llevarse lo que pudiese caber en una mochila. ¿Se puede vivir solo con lo que cabe en una mochila? ¡Pronto lo sabría! De nuevo la luna se reflejaba en un mar en calma, y los acantilados semejaban cabezas de gigantes marinos en permanente lucha con el mar. Nina improvisó unos versos sobre aquellas gigantescas figuras, que sería el tema de una nueva canción:




Surgen del mar gigantes dormidos

y despiertan lentamente sus sentidos




para ver la luna reflejarse en el mar

y las estrellas en el cielo ver brillar




Surgen del mar gigantes dormidos

y despiertan lentamente sus sentidos




para ver el amanecer en el mar

y ya despiertos poder soñar




Surgen del mar gigantes dormidos

y despiertan lentamente sus sentidos




para ver que tú estás conmigo,

porque tú eres mi mejor amigo.

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